Chelva está a menos de 40 kilómetros en línea recta de Requena, pero para poder llegar desde aquí, tienes que conducir durante más de una hora. Tienes varias opciones para llegar, pero ninguna te acaba de convencer del todo. Cuando llevas un rato allí, te das cuenta que merece la pena el trayecto.
Había oído hablar de esta ruta, pero nunca había estado en este pueblo de la comarca de Los Serranos que cuenta con un barrio árabe, otro judío y un barrio morisco, y con un buen número de calles estrechas y serpenteantes por las que te vas encontrando con fuentes conforme vas paseando.
De hecho, esta ruta combina paisajes naturales y senderos, con un recorrido histórico que comienza atravesando el barrio árabe y que enseguida nos dirige hacia el río Chelva. Siguiendo el río y rodeados de bonitos paisajes fuimos a parar a una zona llamada la Playeta. Si vienes en verano, es el sitio ideal para pegarte un baño, sin duda.

Un poco más adelante, tuvimos que atravesar una montaña a través de un túnel que parece ser que era una antigua canalización de agua. No puedes pasar de pie porque el túnel no es muy alto, si llevas linterna en el móvil, es hora de utilizarla. De todas formas cuando salgas, tu ropa estará marrón, o sea, que si vas no lo hagas con tus mejores galas.

Ya de regreso, y nuevamente bordeando el río, un paseo lleno de eucaliptos nos condujo de regreso al pueblo a través del barrio morisco. Era el momento perfecto para disfrutar de uno de los pequeños placeres de la vida como es tomar una cerveza después de una caminata de dos hora. Aunque parezca un anuncio de cerveza o un tópico, era la pura realidad en este momento.

Unos trabajadores que nos encontramos durante la ruta, nos dijeron que no nos fuésemos de Chelva sin visitar un paraje llamado Peñacortada, así que, después de comer y ya sin excesivas ganas, cogimos el coche y nos dirigimos hacia el sitio en cuestión. Al principio no nos apetecía mucho volver a subir montañas con el estómago lleno, pero la verdad es que el corto trayecto que hicimos mereció mucho la pena ya que nos encontramos con un antiguo acueducto romano en mitad de las montañas que nos encantó.

Ya de vuelta a casa, en el coche, venía yo pensando en cuánto me gusta pasear por esas calles tan estrechas que también tenemos en el casco antiguo de Requena y en muchos pueblos de España, y que me recuerdan a Marruecos. También cómo me relaja y me fascina pasear al lado de un río, y es por eso que me gustó tanto esta excursión.